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el cual se adornó con cortinas verdes, blancas y azules, y estaban atadas con cordones de lino y púrpura que pasaban por anillos de plata y columnas de mármol. Los reclinatorios eran de oro y plata, y estaban sobre un piso de mármol blanco y negro, con incrustaciones de alabastro y jacinto. Las bebidas se servían en vasos de oro de diversos diseños, y había gran abundancia de vino real, porque el rey era generoso. Los invitados podían beber cuanto quisieran, ya que el rey había ordenado a sus sirvientes servir a cada uno todo el vino que deseara. Sin embargo, ninguno debía ser obligado a tomar más de lo que deseara.

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